Manuel Benito Aguirre nació en Abejar en 1808, unos meses antes de que las tropas napoleónicas se instalarán en la capital soriana y que la imprenta del periódico La Crónica de Soria se trasladase allí, a ese pequeño municipio. ¿Quién diría que ese bebé sería el autor de un Robinson de interior a los veintidós años?
El subterráneo habitado es un Robinson Crusoe de un autor de interior que, probablemente, nunca vio el mar. Pero es una novela que ha bebido de las historias góticas, de misterios y crímenes, que se publicaron desde finales del XVIII y, por eso, su protagonista, Timancio, vive una experiencia alejada de la del personaje de Defoe. No es un simple náufrago que desarrolla toda una civilización. No, Manuel Benito Aguirre llena su novela de azares, de aventuras y desventuras, de encuentros y separaciones, de revelaciones y misterios.
Esta novela y otro par de obras son su única producción de ficción. El resto de lo que escribió y vio la luz fueron textos de tipo pedagógico porque, en realidad, su oficio era el de maestro de primaria. El catecismo político de los niños o Bosquejo filosófico son algunos ejemplos de los títulos que solía escribir Manuel Benito Aguirre. Su trabajo como maestro, como promotor de una Sociedad de Ayuda Mutua para docentes de primaria es encomiable.
Murió joven, en 1845, dejando mujer e hija que se vieron beneficiadas por esa sociedad que el esposo había creado pocos años antes.
Esperamos encontrar más información sobre este autor soriano tan desconocido en nuestros días.