La brujería en Castilla y León es un tema fascinante que combina historia, leyendas y tradiciones populares. Hay brujas locales que han formado parte del imaginario colectivo durante siglos, y cada provincia tiene sus propias historias y mitos.
Uno de los lugares más emblemáticos es Cernégula, un pequeño pueblo en la provincia de Burgos conocido como “el pueblo de las brujas”. Según la leyenda, las brujas se reunían en una laguna cercana para celebrar aquelarres y compartir sus conocimientos mágicos. Estas reuniones nocturnas eran temidas por los habitantes, quienes creían que las brujas podían influir en sus vidas de diversas maneras.
Otras brujas locales suelen tener un tono más ligero y menos violento en comparación con otras regiones. Un ejemplo es la historia de la tía Pardela, una bruja que, a diferencia de otras, no quería usar sus poderes para el mal. Esta figura se ha convertido en un personaje casi entrañable en la tradición oral de la región, mostrando una faceta más humana y menos temible de la brujería.
La Inquisición también dejó su huella en Castilla y León. Aunque la persecución de brujas en España no fue tan intensa como en otros países europeos, sí hubo casos documentados. En lugares como Barahona, se registraron juicios y condenas por brujería en los diarios de la Santa Inquisición del siglo XVI. Estos documentos históricos nos ofrecen una visión de cómo se percibía y se trataba la brujería en aquella época.
En la provincia de León, aunque la creencia en brujas no tuvo tanta trascendencia social, la cultura rural conserva un rico conjunto de tradiciones y leyendas sobre brujas y hechiceras. Estas historias, transmitidas de generación en generación, han mantenido viva la figura de la bruja en el imaginario popular.