La escultura de don Juan embozado se encuentra en la casa-museo de Zorrilla, en Valladolid. El mito literario vigila el portón de entrada, espera al visitante y lo saluda, casi a traición.
La casa conserva parte de su estructura original, algunos muebles que pertenecieron al escritor y un misterio paranormal. La visita guiada, que apenas dura media hora, recorre las estancias de la parte noble de la vivienda. Desde el recibidor, con sus pajareras de aves disecadas, hasta el salón de baile con sus espejos e instrumentos musicales. Una sala de té, o chocolate, un comedor, la habitación en la que nació el poeta, con su vestidor y el despacho con el escritorio y la silla en la que fue encontrado muerto Zorrilla. Allí, al lado, la máscara mortuoria del poeta.
Y, para terminar esta visita, la estancia más famosa, la más pequeña, la más apartada. Zorrilla, que vivió pocos años en esta casa, cuenta que allí vio a su abuela, que lo llamó y le dijo que la quisiera mucho y Dios le iluminaría. Era su abuela Nicolasa, la que había muerto antes de que el poeta naciera en esa misma casa. Realidad o ficción de escritor, lo cierto es que las personas que trabajan en la casa han confesado haber escuchado pasos o sentirse observados.
Quizás el don Juan embozado de la entrada esté vigilando las ánimas de la casa natal de su creador romántico. Quizás la imaginación infantil de Zorrilla creó un fantasma que, materializado ahora, recorre las habitaciones que la familia habitó hace más de cien años.