Gustavo Adolfo Bécquer
17 de febrero de 1836 en Sevilla – 22 de diciembre de 1870 en Madrid
Gustavo Adolfo Bécquer, el poeta de las rimas que aprendimos en la escuela. Sus leyendas nos llenaron de temor en las frías noches de inviernos. Su nombre es sinónimo de Romanticismo y de maestría poética.
Bécquer sabía que el artista se manifiesta de mil maneras: pintura, música, poesía. De Sevilla a Madrid en busca de nuevas oportunidades, de una libertad que la ciudad andaluza parecía no darle. Pero las estrecheces económicas perseguían al poeta y no le permitían desarrollar sus proyectos. Se dedica a escribir en periódicos, que aparecían y desaparecían con gran rapidez, a componer zarzuelas, a coquetear en los salones burgueses y a escribir leyendas.
Su esposa, Casta (que ironía) le es infiel y Bécquer se aleja de Madrid para recorrer, junto a su hermano Valeriano, las tierras del Moncayo y, más tarde, Toledo. Escribe las impresiones e historias que le salen al encuentro en los senderos de esa España por la que parece no pasar el tiempo.
Murió enfermo de tuberculosis rodeado de familia y amigos con 34 años vividos entre la realidad y el deseo.